logosy.gif (10362 bytes) II symposium nacional
tratamiento de adicción en la mujer

PROCESO PSICOTERAPÉUTICO Y GÉNERO

Dra. Beatriz Rodríguez Vega
Dra. Cristina Polo Usaola           

1-GÉNERO Y PSICOTERAPIA COMO CONSTRUCTOS CULTURALES

Tanto el término “género” como “psicoterapia” hacen referencia a conceptos construidos socialmente. Desde esta perspectiva, tanto el género como la práctica psicoterapeútica son conceptos que varían a través de las diferentes culturas, que cambian a través de la historia y que son diferentes según quien hace las observaciones o los juicios.

Seguimos en esta exposición la definición de Worell (1992) según la cual, se define el género como el sistema de creencias, actitudes y cogniciones culturalmente determinadas acerca de los hombres y de las mujeres. Desde una perspectiva constructivista, el género no es una propiedad de las personas, sino un proceso basado en una relación prescrita socialmente.

2-DISCURSO DE GÉNERO, PSICOTERAPIA Y OTRAS DISCIPLINAS

Al hablar de “discurso del género” nos referimos a un conjunto de ideas y prácticas que comparten valores comunes, que reflejan y construyen una visión del mundo y que, para el género femenino, han estado indisolublemente ligadas a otros discursos como el de poder, dominación, sexualidad e intimidad.

El discurso de género ha estado patente en todas las disciplinas. Así, por ejemplo, muchos filósofos, moralistas, religiosos y políticos, durante siglos afirmaron que la mujer era un ser inferior, tanto por voluntad divina como por imperativo natural, destinado a servir y  a obedecer al hombre. La ciencia médica también ha sido, a lo largo de la historia, una poderosa fuente de ideología sexista. Así, las diferencias anatómicas, fisiológicas y patológicas entre los dos sexos, han servido para poner de manifiesto las desigualdades de los géneros. En Psiquiatría,  análisis de la bibliografía nos señala que existen patologías clásicamente  asociadas a uno u otro sexo; sin embargo, ha habido estudios críticos que señalan que las diferencias encontradas dependen de la procedencia de los datos, cuantía de la muestra, concordancia diagnóstica de evaluadores, periodo histórico analizado, edad, etc. (Sebastián, 2001).

En el campo psicoanalítico, ha habido voces críticas, también en pensadores de esta área, que han cuestionado el tratamiento que Freud hace de la Psicología de la mujer (Pérez Cavana, 2000). Autores que vinieron después, no solo en el campo psicoanalítico, sino desde otros presupuestos teóricos como la Psicología experimental  terapia sistémica y otros, avanzaron en las ideas sin que se cuestionase, hasta recientemente, el sesgo que supone el constructo género como organizador de nuestro pensamiento.

Es a partir de la década de los setenta, coincidiendo con un resurgimiento del movimiento feminista, cuando comenzó un análisis feminista de la filosofía y otras disciplinas. Paralelamente ocurrió en el campo de las psicoterapias, donde las críticas feministas se centraron en el papel de la psicoterapia como reforzadora de valores y actitudes tradicionales hacia la mujer, sin tener en cuenta el contexto en el que se producían.

3- CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DESDE EL CRECIMIENTO RELACIONAL

A nivel del desarrollo individual, las teorías psicológicas tradicionales  siempre han dado una gran importancia a los procesos de separación (de la madre en los estadíos iniciales del desarrollo infantil, de la familia en la adolescencia o de los maestros u otras figuras de autoridad en la edad adulta) con objeto de conseguir una identidad propia. Según algunos autores (Walters, 1996) estos presupuestos teóricos no encajan con el modo en que la mujer construye su identidad en relación con los otros. En la mujer, la dirección del crecimiento no es hacia mayores grados de autonomía e individuación, entendiéndolos como la ruptura de los vínculos afectivos, si no hacia un proceso de crecimiento dentro de la relación. El desarrollo del individuo tiene lugar no a través de la separación, sino a través de una experiencia relacional más altamente articulada. En la práctica psicoterapéutica, es fundamental entender este proceso ya que ayudar a la mujer en su desarrollo supone el reconocimiento del significado de lo relacional para ella.. En algunos casos este aspecto ha sido interpretado como personalidad dependiente o inmadura. A menudo se ha confundido separación o desvinculación con  autonomía, un signo de madurez valorado, mientras que la vinculación se equipara con dependencia, señal desvalorizada de inmadurez.

4- EXPERIENCIA DEL PODER E IMPLICACIONES EN PSICOTERAPIA

Las definiciones tradicionales de poder incluyen referencias a conceptos de  dominio, autoridad, fuerza, influencia...En nuestra cultura se ha mantenido durante generaciones el mito de que las mujeres no han ejercido poder en ninguna de sus dimensiones e incluso que no estaban interesadas en él. Estas afirmaciones han sido   matizadas desde distintos ámbitos. Desde algunos ámbitos se cuestiona la propia concepción del significado del poder. Probablemente en su rol tradicional, la mujer en el campo familiar ha utilizado su poder en un sentido poco convencional, como es el servicio a los otros. La mujer ha ejercido, en este marco, su poder para ayudar a acrecentar el poder de otros, aumentando sus recursos, efectividad y capacidad para actuar (“enpowerment”). Esta experiencia relacional del poder, del poder al servicio del crecimiento del otro, facilita a la mujer una perpectiva cualitativamente diferente del concepto tradicional de poder basado en la jerarquía y en el dominio o en la influencia de uno para conseguir que el otro actúe en el sentido deseado por el primero. Tanto el concepto de poder como el de jerarquía han sido frecuentemente objeto de discusión en psicoterapia e incluidos como variables a tener en cuenta en las investigaciones sobre este tema, pero casi siempre han sido tratados a espaldas de su dimensión de género. El poder en psicoterapia está más cercano a la idea de empowerment que a los conceptos más clásicos de jerarquía defendidos por escuelas psicoterapéuticas más tradicionales. Desde una óptica constructivista que tiene en cuenta el sesgo de género o de cultura, el terapeuta ejerce su poder de experto conversacional desde una posición igualitaria con la del paciente como experto de sí mismo. La responsabilidad del terapeuta es, a la manera del empowerment, la del facilitador de versiones alternativas  y preferidas por la paciente.

5-PREJUICICIOS DEL GÉNERO DEL TERAPEUTA EN EL PROCESO PSICOTERAPEÚTICO

 Suele ser habitual en la aplicación de la práctica psicoterapéutica, que se actúe como si los pacientes y sus familias  se rigiesen exclusivamente por las leyes existentes dentro del propio sistema familiar, actuando como si estas viviesen en un contexto “neutral”. Esa supuesta “neutralidad” respecto al género, significaría dejar muchos presupuestos implícitos e incuestionados y, a la postre, el resultado puede ser un apoyo implícito a los valores tradicionales. Habrá que reconocer que cada género percibe un significado distinto en la misma intervención clínica y que por tanto se sentirá o bien culpabilizado o bien respaldado por dicha intervención. De modo complementario, los presupuestos sostenidos por el terapeuta acerca de las cuestiones de género pueden tener el efecto de desafiar o de reforzar supuestos tradicionales que constriñen las posibilidades de desarrollo de la mujer que acude a terapia (Rodríguez Vega, 1996).

6- IMPLICACIONES CLÍNICAS DE LA ÓPTICA DE GÉNERO EN LA PRÁCTICA PSICOTERAPEÚTICA

-Es necesario poner en cuestión que estereotipos aceptados, basados en la "masculinidad" para el varón y en la "femineidad", para la mujer, sean los más saludables y valorados en terapia.

-Es importante reconocer que muchas de las diferencias psicológicas que se habían relacionado con el sexo  en la personalidad, conducta o psicopatología son el reflejo de las desigualdades en contra de la mujer derivadas de una socialización diferente existente en un contexto político, económico y social que discrimina  a la mujer.

-Existe un sesgo de género  ligado al sexo en diagnóstico, psicopatología y psicoterapia.

-Se ha considerado en muchas ocasiones las causas intrapsíquicas como las fundamentales a la hora de explicar problemas psicológicos, infravalorándose condiciones sociales responsables en parte de los mismos.

-Se apoya el rechazo explícito de las  prácticas que trasmiten culpa y responsabilidad a las mujeres que han sido víctimas de experiencias de violencia física y sexual.

-Tradicionalmente se ha culpabilizado a la madre de todo lo que iba mal en  el funcionamiento familiar. Esta práctica probablemente se relaciona con ideologías que consideran patógena la interdependencia femenina y su implicación. Es útil recordar, en teorías hoy ya superadas, los conceptos de “madre esquizofrenógena”, aunque el riesgo perdura de forma más implícita en la tendencia a las descripciones de madres hipercontroladoras, hiperimplicadas o fusionadas con su hijo o hija, pasando por alto la actitud distante complementaria por parte del varón.

-La inclusión de una óptica feminista puede modificar algunos aspectos de la relación terapéutica. Así, en las terapias tradicionales, el énfasis se pone en la “objetividad” y neutralidad terapéutica, el pensamiento analítico, la distancia emocional paciente-terapeuta, la jerarquía... Estos “valores” podrían replantearse, pudiendo dar cabida a otras nuevas formas de relación terapéutica.

-Coincidimos con Worell (1992) y otros autores en que no es posible tener un posición libre de valores en terapia, ya que tanto la terapeuta como el modelo teórico en el que se contextúa el trabajo clínico, van a asumir valores determinados que van a influir en el proceso terapéutico. Lo que ocurre con frecuencia es que no se es consciente de ello, o que esos valores permanecen implícitos y encubiertos.

BIBLIOGRAFÍA

-Pérez Cavana M.L. Feminismo y psicoanálisis. En: Feminismo y Filosofía. C.Amorós (ed.). Síntesis. Madrid, 2000.

-Rodríguez Vega B., Bayón C., Franco B. Haciendo visible el género en la terapia familiar . Archivos de Neurobiología   1996;59 (1): 23-34.

-Sebastián J. Género, salud y psicoterapia. En Género y psicoterapia. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2001.

-Walters M, Carter B, Papp P, Silverstein O. La red invisible. Pautas vinculadas al género en las relaciones familiares. Buenos Aires: Paidós, 1991.

-Worell J., Remer P. Feminist perspectives in therapy. An empowerment model for women. John Wiley and Sons. Chichester,

 

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