II
symposium nacional
tratamiento de adicción en la mujer
TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS
DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA EN ADICCIONES
Dr. Gonzalo Morandé
y Dr. Félix Paz
INTRODUCCIÓN
Los pacientes con Trastornos de la Conducta
Alimentaria (TCA) tienen tendencia a desarrollar conductas adictivas. La más frecuente,
el consumo excesivo de tabaco y bebidas de cola. Si el cuadro se prolonga, habitualmente
por comorbilidad psiquiátrica, aparecen otros consumos, la mayoría de ellos para tratar
de evitar la ganancia peso y la sobreingesta. En menor grado, disminuir la ansiedad,
mejorar el estado de ánimo y como expresión de una impulsividad descontrolada. Esta
tendencia es especialmente notoria en pacientes bulímicas y purgo bulímicas más que en
anoréxicas. Más marcada también en aquellas con patología depresiva y con estrés post
traumático. Si se estudian los antecedentes familiares, el abuso de alcohol es un dato
frecuente, especialmente en los padres varones de nuestras pacientes. También son las
pacientes bulímicas y purgo bulímicas las más significadas.
Quizás por trabajar especialmente con TCA,
adolescentes y adultos jóvenes, en la mayoría de los casos que atendemos, el trastorno
alimentario es previo al inicio del consumo de drogas.
En nuestra experiencia, hemos observado cómo
pacientes bulímicos inestables, hacen un uso abusivo de tóxicos y algunos de ellos una
comorbilidad con alcohol y en menor grado con cocaína y anfetaminas. Cuando se ha
detectado el consumo en etapas iniciales mediante los análisis rutinarios de orina o por
la información del paciente y la familia han podido continuar su tratamiento ambulatorio
o en el hospital de día. Esta solución ha sido válida cuando la ingesta ha sido
ocasional e impulsiva. Aquellos que han desarrollado una patología adictiva de
consideración han sido derivados a programas específicos de drogas. El tratamiento
ambulatorio que ofrecemos es en módulos semanales de naturaleza grupal. Se inicia con la
revisión del plan de vida que incluye alimentación, (auto registro, frecuencia,
compañía) sueño y reposos, actividad física, académica y social y medicación. La
mayoría de ellas reciben fluoxetina en dosis habituales para bulimia y topiramate. Si
presentan otra patología psiquiátrica, la pauta farmacológica se amplía. Tras la
revisión del plan de vida y llegar a acuerdos para la semana que sigue, realizan su grupo
de terapia cognitivo-conductual y los padres un grupo psicoeducativo específico para
bulimias. El tratamiento de hospital de día es más intensivo, ocupa 5 días a la semana,
hacen en él sus comidas, revisan su plan vida y desarrollan diferentes actividades
psicoterapéuticas que incluyen exposiciones con prevención de respuestas. Los padres
acuden una vez a la semana a su grupo y participan de algunas de las exposiciones.
Hemos recibido también algunas pacientes
anoréxicas que están en un programa de drogas y que se encontraban en una etapa
avanzada, sin consumo en los últimos meses. Con ellos se ha desarrollado el protocolo de
tratamiento de TCA con buenos resultados. Según su gravedad han participado de
hospitalización, hospital de día, programa de post alta y tratamiento ambulatorio.
Siempre con la colaboración de la familia. Su evolución ha sido similar a la de otros
pacientes con anorexia nerviosa. No hemos podido confirmar un peor pronóstico en estos
pacientes aunque la muestra clínica no ha sido numerosa. En anorexia nerviosa no existe
un fármaco específico. La única medicina de comprobada eficacia es la comida
administrada en la cantidad, calidad y continuidad necesaria. Una buena enfermería
garantiza este aspecto del tratamiento. Tratamos con psicofármacos la comorbilidad
depresiva, de angustia y obsesiva. En pocos casos la ideación anoréxica es de suficiente
intensidad para justificar el uso de antipsicóticos.
Hasta ahora, la experiencia de tratamientos
ha sido secuencial sin abordar simultáneamente el TCA y la patología adictiva, al menos
en momentos muy activos de sus cuadros. Es probable que con una mejor coordinación de
programas podrían tomarse medidas terapéuticas que abarquen ambos problemas desde los
inicios del tratamiento. Esto se vería facilitado por la similitud de modelos
terapéuticos al menos con algunos programas de drogas.
Un capítulo aparte lo constituyen las
conductas compulsivas de nuestros pacientes que presentan características comunes a
ciertas adicciones. Compulsión a beber, potomanía o a no beber, ingesta compulsiva de
laxantes, diuréticos o fármacos a los que se atribuye efectos adelgazantes. Compulsión
a robar, a realizar ejercicios extenuantes, a realizar actos suicidas o para suicidas. El
tratamiento de estas y otras sintomatologías exige programas de conducta
individualizados, técnicas que ocupan un lugar destacado en nuestro arsenal terapéutico.